nube de viento morado

Miedo

-¿No te da miedo exponerte a los comentarios?

-Me preocuparía no sentir miedo -respondí.

Hoy quiero compartirles mis lectores de corazón, lo que he aprendido del miedo, sobre todo, en los últimos años. Cuando aparece don miedo, así le llamo por cariño, pienso que la vida quiere decirme algo. Puede sonar extraño, pero al miedo, no hay que tenerle miedo. Nos enseñaron, o por lo menos a mi, que el miedo era malo. Con el tiempo entendí que era una de las creencias más desacertadas que tenía grabada en la cabeza. El miedo no es bueno ni malo solo es y lo necesitamos, porque hace parte de nuestro mecanismo de defensa para estar alerta.

Creo que nadie, por más información de inteligencia emocional que tenga, es inmune al miedo. La diferencia está en cómo administrarlo. Quizás pienses que suena fácil y que no lo es, y es así, pero puedo decirte que es innecesaria esa clasificación; ni se trata de difícil o fácil, sino de estar dispuesto aprender de ese mismo miedo, de encontrar qué hay realmente detrás, qué lo produce, en qué parte del cuerpo se siente y a qué pensamiento está ligado.

Cuando hay miedo, hay movimiento, en eso creo y por supuesto que no estás obligado a creerlo también, porque al final cada individuo toma la decisión de actuar o abstenerte de hacerlo. El miedo puede ser ese semáforo que avisa cuándo debes o no avanzar. En mi caso, continúo en el proceso de aprendizaje de convertir al miedo en un aliado, en un socio.

¿Cuánto dejas de hacer solo porque sientes miedo? ¿Qué tan dispuesto estás a sacrificar por no escuchar la voz interior y aprender del propio miedo? Las respuestas no están afuera, en el ruido de la cotidianidad, están adentro en el corazón de cada quien.