Un niño sentado al lado de su cama viendo hacia la ventana. El rayo de sol cae sobre sus ojos.

Los amaneceres de Carlitos

–Apúrate Carlitos que se hace tarde.

–¿Tarde para qué?

–Pues para ver el amanecer.

–¿Otra vez? todos son iguales.

–No, eso no es verdad.

Carlitos arrastra los pies, bosteza, mueve la cortina y se asoma por un lado de la ventana.

–¿Ves? este amanecer está más anaranjado que ayer.

–Yo lo veo igual.

Carlitos regresa a la cama.

A la mañana siguiente...

–Apúrate Carlitos que se hace tarde.

–¿Tarde para qué?

–Pues para ver el amanecer.

–¿Otra vez? todos son iguales.

–No, eso no es verdad.

Carlitos arrastra los pies, bosteza, mueve la cortina y se asoma por un lado de la ventana.

–¿Ves? este amanecer tiene más azul que ayer.

–Yo lo veo igual.

Carlitos regresa a la cama.

Al otro día:

–Apúrate Carlitos que se nos hace tarde.

–¿Tarde para qué?

–Pues para ver el amanecer.

–¿Otra vez? todos son iguales.

–No, eso no es verdad.

Carlitos arrastra los pies, bosteza y mueve la cortina y se asoma por un lado de la ventana.

–¿Ves? éste amanecer tiene más amarillo que ayer.

–Yo lo veo igual.

Carlitos regresa a la cama.

Así pasaron las semanas hasta que un día...

–Apúrate Carlitos que se hace tarde.

–Ya voy, tengo que...

–¿Y qué es todo eso?

–¡Voy a pintar el amanecer!

–¡Wow! sí, sí, vamos.

Sentados enfrente de la ventana del cuarto, Carlitos toma el lápiz y comienza a pintar.

–¿Sabes una cosa?

–¿Qué cosa Carlitos?

–Este amanecer está muy, muy lindo.

Carlitos pinta el amanecer con amarillo.

Al otro día:

–Apúrate Carlitos que se hace tarde.

–Ya voy, es que necesito...

–¿Y qué es todo eso?

–¡Voy a pintar el amanecer!

–¡Wow! sí, sí, vamos.

Sentados enfrente de la ventana de su cuarto, Carlitos toma los colores y comienza a pinta:

–¿Sabes una cosa?

–¿Qué cosa Carlitos?

–Este amanecer está muuuy lindo.

Carlitos pinta con mucho anaranjado y azul.

Una mañana...

–Apúrate Carlitos que se hace tarde.

–Ya voy, es que necesito...

–¿Y qué es todo eso?

–¡Voy a pintar el amanecer! en una hoja más grande.

–¡Wow! sí, sí, vamos.

Sentados enfrente de la ventana de su cuarto, Carlitos toma los colores y comienza a pintar más grande el amanecer.

–¿Sabes una cosa?

–¿Qué cosa Carlitos?

–Este amanecer está !increíble!

Carlitos pinta con mucho amarillo, anaranjado y azul.

–¿Sabes otra cosa?

–¿Qué otra cosa Carlitos?

Carlitos pega en la ventana los tres amaneceres que pintó.

–Yo pensé que todos los amaneceres eran iguales, porque salen todos los días.

–No, eso no es verdad.

–Sí, exacto, ahora lo sé.

Carlitos se un rato mirando tres amaneceres que había pintado.

–Cada amanecer es un día diferente.

–Así es Carlitos.

–¿Por qué no lo vi antes?

–Porque tu corazón estaba dormido.

–Pero cuando pinté…

–Tu corazón se despertó.

–A partir de ahora sentiré cada amanecer en el corazón.

–¡Que bien! Carlitos. Cuando ves a través del corazón todo es diferente. Eso se llama el poder del amor.

–¡Genial!

La mamá de Carlitos entra a su cuarto.

–¿Con quién hablas Carlitos?

–Con mi amigo, mamá.

–¿Cuál amigo?

–El amanecer, mamá.

Angie Vargas León