Yo soy la que soy

Yo soy la que soy,

la que en el pasado fue por los demás y

la que ahora es por lo que cree de sí misma; su propia versión.

La que idea mundos, personajes, cuentos y

escucha a su intuición con mayor atención.

 

Yo soy la que soy,

la sensible, creadora, imperfecta.

La enamorada del amor, de las letras,

de la música para planchar que se canta a grito herido,

del vallenato clásico y de una que otra canción de la nueva generación.

 

Yo soy la que soy,

la que tiene determinación, pero también se equivoca.  

La primera que se creyó el cuento de ser escritora

y a su manera lo consiguió.

Por decidir, persistir, por exigirse y por decir lo que piensa,

aunque a otros no les parezca.

 

Yo soy la que soy,

la que siente miedo y se atreve,

la que no ve películas de terror y

cree que el cine no es lo mismo sin crispetas,

una botella de agua, una chocolatina snickers y

que es mejor una película basada en hechos reales que de acción.

 

Yo soy la que soy,

la que extraña cuando está lejos a su familia más que a nada en el mundo y a Rola.

A la que se le encharca el ojo cuando ve por cámara las sonrisas de los sobrinos

y la que apenas cuelga la llamada pide a Dios salud

y muchas oportunidades para estar con ellos.

 

Yo soy la que soy,

la mujer, la escritora que ama, aprende,

sonríe, llora, que se inspira en las historias que le cuentan,

en lo que escucha en la radio o lo que ve en su diario vivir.

La que prefiere café que chocolate, helado que torta,

y un beso y un abrazo en vez de un adiós.

Yo soy la que soy,

con mis razones, mi sombra y amor propio.

La que disfruta más viajar acompañada,

la que lleva lonchera para no comer en el avión.

Y si el vuelo es largo, es poco sociable

lo suyo no es hablar, mejor leer, ver películas y dormir.

 

Yo soy la que soy,

a la que le dicen que se exige demasiado,

la que se afana si no escribe y la que no puede estar en la cama todo el día.

La que todavía cree en el valor de la palabra y cuando la compromete la cumple,

las pocas veces que no, ha sido por fuerza mayor.

Yo soy la que cambió la vida por lo no convencional y vive más tranquila.

 

Yo soy la que soy,

la hoja en blanco sobre laque escribo mi historia.

La persona que cree en los demás, en el poder de la palabra,

en el lenguaje del amor, en el trabajo en equipo, en la familia unida,

en la complicidad de la pareja y en la amistad verdadera,

cada vez más difícil de encontrar.

 

Yo soy la que soy,

con sus propios matices y cicatrices.

La que dejó de soñar en diminutivo.

La que sin titubear cambia una ensalada por pizza o pasta.

La que no se resiste a las papas fritas o criollas o a las arepas o al caldo de costilla que prepara su mamá.

La que dice que se cuida entre semana para comer todo eso el fin de semana,

pero no cumple si está en casa de los papás.

 

Yo soy la que soy,

la que disfruta el parque con Rola como nadie,

la que entiende su manera de comunicarse y

la que su amor perruno la acompaña a donde quiera va,

porque en la mirada de Rola ve el amor incondicional de la naturaleza.

Obviamente, nada comparado con el amor de una madre a su hijo.

 

Yo soy la que soy,

la que siente miedo al cambio, al fracaso,

pero cuando eso le pasa decide actuar antes que darle ventaja.

La que hace ejercicio, aunque no sea la más disciplinada

y yoga y meditación por puro compromiso propio.

También la que tiene días claros, oscuros y grises

que llorar, ríe, se pone triste se siente mal, regular o bien.

 

Yo soy la que soy,

la que escribe con amor, la que se entrega a una historia,

la que olvida fácil una ofensa y la que ofrece una disculpa si se equivocó.

La que cada vez se encierra más en su propio mundo a la hora de crear y

siente cerca y entiende aún más la soledad.

 

Yo soy la que soy,

la guerrera que se enfrentó a la realidad cuando llegó a Bogotá,

que sabe lo que es ganar lo necesario, pero no lo suficiente;

la que considera que cualquier trabajo es importante

y que el dinero no lo compra todo.

La que sabe lo que es quitarse el pan de la boca para dárselo a alguien más;

eso marcó la esencia.

 

Yo soy la que soy,

gracias a la niña que fui, a la adolescente y

a los momentos que marcaron la madurez que quizás llegó antes de tiempo.

La que no dejó de soñar, incluso, cuando no pudo estudiar lo que quería

y dejó una ciudad pequeña para enfrentarse a la Capital.

 

Yo soy la que soy,

la del corazón grande que perdonó el abuso, la doble moral,

los prejuicios y las mentiras de un sueño político del que se hastió.

La que por su liderazgo fue perseguida y muchas envidias se ganó.

La que se enamoró, sufrió, se despechó y dedicó canciones de amor.

Gracias a todo eso, hoy soy la que soy hoy.

 

Yo soy la que soy,

una romántica que llora con películas de amor con finales felices.

A la que de niña jugaba a imaginarse estar en el cuerpo de otra persona:

del señor de gabardina con maleta de cuero que veía todos los días en el bus,

o en la señora que compraba en el mercado, o el niño que iba en la bicicleta mientras su papá lo cuidaba

o en la muchacha bonita que se maquillaba en el carro mientras esperaba que el semáforo cambiara.

 

Yo soy la que soy,

la que prefiere ir a la tienda del barrio y pedirle al vecino que le venda algo.

La que llegó a otro país y pensó que sería fácil, pero consiguió adaptarse de a poco.

La que estuvo en medio de una cultura tan ajena a la suya y

experimentó una clase de encierro solo por convicción que le trajo retos diferentes,

personas nuevas y lugares que pensó solo ver en televisión.

Yo soy la que soy,

la que arriesgó la relación por cumplir sueños individuales que consiguió,

porque la vida tenía lista la hoja de ruta para poner en marcha su propósito de vida.

La que aprendió a no perder de vista lo verdaderamente importante.

La que apoya a su pareja sin convertirse en sombra y

la que cree que cada ser humano debe brillar con luz propia.

 

Yo soy la que soy,

simple y compleja,

unas veces más centrada y otras alocada.

La que se entrega con el alma a sus amores; su familia, la escritura,

los amigos, a los niños y a los lectores de corazón.

 

Yo soy la que soy,

de la que quizás hablen, pero poco conocen.

La que dejó de competir y se preocupó más por ella,

por la conexión interior y la que nunca se sintió mejor como ahora.

La que dejó de escribir conceptos jurídicos para crear historias de amor,

de mujeres, cuentos para niños, muerte, ficción, poemas.

Yo soy la que soy,

la que cambió tacones por tenis, faldas por jeans, carteras por mochila.

La que dejó de gastar tanto en peluquería y creó su propio estilo.

La que se inspirar en lo común y se ríe de sus ocurrencias.  

La que trabaja y se divierte cada día en el proceso de hacer realidad el proyecto más grande:

La Clase de los Sueños, 1 es Más que palabras y la novela.

Yo soy la que soy,

la hija de Vilmita y Varguitas: los seres humanos que le enseñaron que donde come uno, comen dos;

a cumplir con la palabra, a ser y hacer lo que la haga feliz.

La que sonríe cuando escucha decir a la mamá que por las malas no funciona.

La que le debe a ese par de cuchos, como les dice de cariño, no solo la vida

sino cada momento que gracias a su unión la familia está reunida.